La procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) es una oruga muy peligrosa para nuestros perros, ya que el simple contacto con ella puede provocar una urgencia veterinaria. En los casos más graves, cuando hablamos de la ingestión del insecto o del contacto directo con las mucosas, podemos estar ante un cuadro severo, que puede llegar a causar el fallecimiento del animal.
La localización más habitual es la boca. Pero puede afectar en cualquier zona, incluso en el ojo.
La sintomatología más frecuente es el nerviosismo, el babeo excesivo, inflamación de la lengua y el rascado de la boca con las patas.
Es fundamental un diagnóstico temprano para limitar las secuelas.
La mejor medida contra esta la intoxicación por contacto es la prevención evitando condiciones de exposición, como paseos en temporadas de febrero-abril.